GULLIVER VA DE VIAJE

GULLIVER EN SEVERÍA
Poco a poco, me fui recuperando del ´shock` de Liliput. Habían pasado tres meses desde que llegué a tierra firme y mi mujer me había estado cuidando porque cuando llegué a tierra me atacaron unos maleantes y me dejaron medio muerto, pero esa no es la historia que os quiero contar. La que os quiero contar comienza el 21 de Septiembre de 1701 cuando se me ocurrió partir de nuevo para buscar la isla “Severía”, de la cual había una leyenda que decía que en esa isla la gente caminaba con las manos por el techo, porque sus manos eran nuestros pies, y nuestros pies sus manos. La cabeza y el tronco la tenían en su sitio y por eso era totalmente al revés: escribían de derecha a izquierda y su lenguaje era totalmente distinto al nuestro.
Tras dos semanas en mar abierto todavía no había ni rastro de tierra firme y menos de “Severía”. Menos mal que en mi equipaje, imaginándome esto, me había echado una maleta llena de mis libros favoritos. Un día, mientras leía alegremente en la proa de mi barco, divisé algo. Me acerqué más y más: en efecto era una isla. Me bajé del barco corriendo creyendo que esta isla sería “Severía”. Pero no. Era tan normal, que ni siquiera, había personas. Decidí descansar allí un tiempo, para partir a la semana siguiente. Un día se me ocurrió bucear para mirar los pececillos. Pero, en vez de pececillos, lo que vi fue un tiburón. Si, un tiburón con unos dientes gigantes estaba parado en frente mío. Corrí y corrí, hasta que al acercarme más al fondo de la isla, vi el mismo volcán que estaba arriba pero debajo del agua y del revés. La misma vegetación, del revés. Miré hacia atrás, el tiburón se había ido. Me acerqué a la isla del revés. Esta sí tenía personas. Las personas andaban del revés. Lo había conseguido: había llegado a “Severía”.
FIN
Por Marta M.L.